Contando cuentos en domingo

Por Rocío Castro Morgado


Debo mencionar la preciosa edición de Cuentos de Domingo y animar a la editorial Pilpinta, que lo ha editado, por su estupendo trabajo de difusión cultural.
En Cuentos de Domingo, como en los poemarios anteriores de Elma se siente la magia que irradia su poesía. Una magia personalísima que tiene que ver con un delicado y cuidadoso manejo del lenguaje y una contundente explosión de los significados.
En el poemario hay, sin duda, una concepción poética que ella vincula de antiguo con la imagen de las hilanderas y el tejido y está sustentada, en referencias míticas, como la de las parcas.
Es posible rastrear, desde su primer libro, esta interesantísima veta de significados que aluden al hilo de la vida, que puede ser repentinamente segado por la muerte y todas sus connotaciones de orden cósmico y de destino y también al trabajo de Aracné, el tejido del lenguaje bordado o hilado con las palabras.
También hay historias, porque los libros de Elma tienen siempre una sólida estructura narrativa, y personajes inolvidables, de esos que siempre se quedan con nosotros.
Esta vez, sin embargo, Elma ha querido plantearnos un “juego” diferente, no sólo porque nos invita a movilizar nuestro bagaje y experiencia de lectores de cuentos infantiles, por lo que, sin darnos cuenta, mientras leemos practicamos un rico juego de intertextualidades, que parecen hacer eco a una tradición ya canonizada.
Sino porque, esos Cuentos de Domingo, se convierten en un pre-texto para hacer estallar esa misma tradición, desmontarla y referirnos muchas historias distintas, que sin embargo, dan cuenta de una sola, partícularísima conmovedora y… diferente. Porque el libro cuenta una historia en la que hay un príncipe y una princesa que también es una hilandera.
¿Qué recordamos de los cuentos que leímos en la infancia? Al margen de que sean para niños y en ellos los animales hablen, recordamos la moraleja o el mensaje y el final feliz, en la mayoría de los casos. Los cuentos infantiles suelen tener una función didáctica, son un modo de enseñar valores.
Aunque hay algunos, que sorprenden por su realismo brutal, por su angustiante regodeo en imágenes macabras, siempre parecen componerse las cosas como por arte de magia. Siempre, después de las lágrimas y del susto, llegan las sonrisas.


Estos Cuentos de Domingo, de Elma, a diferencia de los cuentos que conocemos y que el yo lírico re-semantiza, como toda buena poesía, se elevan sobre el espacio de la ficción, el mundo de lo imaginado o inventado, para acercarnos un trozo palpitante y desgarrado de vida, no pretenden enseñar, muestran.
Brillante trabajo que revela el talento de la poeta, no es fácil trabajar con un material como el que ella ha elegido. El riesgo mayor es, sin embargo, el otro, el que nos ofrece muestras de su oficio de escritora, de su compromiso, por hacer una poesía que exhiba tan valientemente nuestra propia humanidad, sin menoscabo ni cortapsisas, aunque por qué no, optemos por llamarnos unos a otros príncipes o princesas.

Quisiera, además, llamar la atención sobre la cita de Marré que ella incluye, en dos ocasiones, en el poemario -la segunda vez mediada por las referencias temporales, que exigen particular atención en el tempo de esta historia- que tiene, entre otras, una función de enlace argumental: "El pájaro turquesa canta versos en una lengua que no comprende, pero alguien que no alcanza a ver traduce."
Esta cita, podría ser entendida de varias maneras, prefiero pensar que es una bellísima metáfora, del rol de poeta, de esta poeta, que con Cuentos de Domingo ha “traducido” para nosotros, valiosas claves, sobre el significado de la terrible existencia en la que estamos inmersos.